lunes, 21 de diciembre de 2020

Post Mortem (Chile, 2010)

Género: Drama / Política 
Dirección: Pablo Larraín
Protagonistas: Alfredo Castro, Amparo Noguera, Antonia Zegers, Jaime Vadell, Marcelo Alonso
Duración: 100 minutos
Año : 2010

No debe ser nada fácil construir una película en torno al golpe de Estado ocurrido en el Chile de 1973, el cual derivaría en 17 años de dictadura para el país, sin caer en los clichés y la emocionalidad barata (para muestras, Machuca de 2004 o la más reciente Colonia Dignidad de 2015). Sin embargo, en ese complicado terreno se internó diez años atrás el chileno Pablo Larraín, entregando una película cuya mirada está puesta en la del ciudadano común, ese a quien el contexto político le pasaba por el lado, por más increíble que parezca. 

Y así como en su anterior película, Tony Manero (2008), Larraín vuelve a retratarnos a un personaje solo y enfermo, en este caso Mario Cornejo (nuevamente personificado por un notable Alfredo Castro), un trabajador del Servicio Médico Legal que vive obsesionado con su vecina Nancy (Antonia Zegers), bailarina de un club nocturno. Mario la persigue, intenta conquistar y fantasea con ser su novio, esto en medio de una situación política a punto de estallar pero de la que él realmente pareciese no enterarse. El director además nos muestra al entorno de Mario, al Doctor Castillo (Jaime Vadell) y su auxiliar Sandra (Amparo Noguera), ella y él partidarios del gobierno de Salvador Allende Gossens, aunque el primero debe calmar su fervor revolucionario una vez ocurrido el golpe de Estado mientras que la segunda se ve superada por todo lo que deberá presenciar. 

La dirección de Pablo Larraín retrata por tanto, con muchísima elegancia el drama de Chile en 1973, en ese sentido, Post mortem es una tragedia que posee el mérito de transmitir en cada uno de sus minutos, en cada diálogo, aquella sensación de oscuridad absoluta y desolación. También desde la fotografía la película transmite, ahí se nos muestra una ciudad oscura y silenciosa, que pareciese temer su destino y a una serie de personajes que sufren en primera persona el quiebre democrático, algunos llevando el dolor en sus propios trabajos y otros debiendo pasar a la clandestinidad, como Nancy, su pareja (Marcelo Alonso), su padre y hermano, quienes son perseguidos tras el golpe. Todo esto, bajo la insensible mirada de Mario.

El ritmo del filme es pausado y, digámoslo, tristePor lo mismo, no es una película para cualquier momento. Provocadora e incómoda de comienzo a fin, representa junto a Tony Manero el momento más brillante en la carrera de Pablo Larraín

El director insistiría a futuro con otros períodos de la historia política reciente chilena, habiendo abordado la fractura y la pesadilla con las dos mencionadas, dos años más tarde apuntaría a la reconstrucción en No (2012). Aquello, sin embargo, será motivo de futuras reseñas, yo cierro acá (por ahora) este mini ciclo dedicado a las tres primeras películas de Pablo Larraín, a quien seguro retomaré más temprano que tarde acá en mi querido blog...

¿Lo mejor? El retrato de un quiebre dramático, la absoluta desolación y tristeza que transmite la película, sin tener que ser evidente.
¿Lo peor? Que efectivamente si no te pilla en un buen momento, no la vas a soportar a causa de su ritmo lento.

4.0 : ¡Excelente!


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